24/4/09

Embajadas


Embajada Mora

EMBAJADOR MORO.-Fortuna favorable,
pon en tu rueda un clavo,
y mantente involuble,
constante siempre y firme en ampararnos.
Sigan, deidad hermosa,
de tus benignas manos
las gracias que franqueas
a los felices héroes mahometanos.
Nuestras armas dichosas
se ven por vos triunfando,
ufanas y altaneras
del infelice y mísero Cristiano.
Vuestro favor, auspicio
y benéfico amparo,
nos asiste, protege
y a miles las victorias nos ha dado.
Mi monarca invencible,
Mahomad, a cuyo brazo
no hay poder que se oponga
en todos los demás reinos hispanos.
Aquél que ya vencidos
numera pueblos tantos,
que no se halla guarismo
para poder siquiera registrarlos;
aquél ante quien gime
el cristiano postrado,
y estremecido teme
el valor invencible de su brazo;
aquél, en fin, insigne
y valiente soldado,
de cuyo nombre
tiembla el aragonés como azorado.
Esto os pide sumiso;
que en la empresa en que estamos
nos deis vuestra asistencia
para hollar y rendir al alcodiano.
¡De valiente y guerrero
se jacta muy ufano,
pero, necio, no piensa;
que el famoso Al-Azraq es su contrario!
Será su resistencia
un valor muy incauto,
una osadía imprudente,
un esfuerzo falaz y temerario.
Llorarán cuanto antes,
sus yerros, aherrojados,
arrastrando cadenas
bajo el yugo y poder mahometano.
Serán a nuestras plantas,
vencidos y humillados,
¡alfombras de honor nuestro
a pesar de su orgullo necio e insano!
Los héroes musulmanes,
en su valor fiados,
impacientes esperan
el momento feliz de dar asalto.
Difíciles empresas
vencen a cada paso,
¿y esta pequeña villa
habría de servirles de embarazo?
No así lo conceptúo;
antes creo que, tanto
tardarán en rendirse,
cuanto tarden en vemos acampados.
Cuando vean al moro
con el sable en la mano,
tan marcial, tan airoso,
tan bizarro, tan fiero y tan ufano,
temblarán esos pocos
miserables cristianos,
ya voz en grito entonces
clemencia pedirán, no hay que dudarlo.
A la plaza me acerco;
dirige, Alá, mis pasos,
y pon tanta energía
a las voces que salgan de mis labios,
que convencidos queden,
que estén desengañados
y eviten el que se haga
en sus vidas y hacienda un estrago.

(El Embajador se acerca al castillo.)
¡Ah del muro!

CENTINELA.- ¿ Quién me llama?

EMBAJADOR MORO.-Quien desea ser tu amigo,
un moro que te saluda.

CENTINELA.-De tu nación no he tenido
amigos ni me acomodan.

EMBAJADOR MORO.-Si no conoces lo fino
de los pechos mahometanos,
los desprecias sin motivo.

CENTINELA..-Cuando vosotros tratáis
al cristiano con cariño,
algún interés os llama.

EMBAJADOR MORO.-Engañado has discurrido,
pues hoy vengo solamente
a buscar tu beneficio.

CENTINELA..-Beneficios de tu mano
los detesto y abomino.

EMBAJADOR MORO.- iAh, que engañado vives!
Tú mudarás de designio
cuando sepas mi intención.
Di al jefe de ese castillo
que salga, que quiero hablarle.

(Salen el Capitán, Alférez y boato cristiano)

CENTINELA.-Aquí llega ya el caudillo.

CAPITÁN CRISTIANO.-¿Quién me llama?

EMBAJADOR MORO.- Quien te estima;
quien desea ser siempre vuestro amigo.
Alá prospere, valiente alcodiano,
tus glorias, tu salud y brazo invicto,
El insigne Alamar, rey de Granada,
cuyos dominios vastos y extendidos
por límites tan sólo reconocen
su libre voluntad, me ha distinguido
entre tantos campeones musulmanes,
para enviarte salud; y así te digo
en su nombre, que está determinado
a colmarte de dones exquisitos,
conservar tus honores y grandezas,
respetar los hogares y los ritos,
de este pueblo esforzado y aliviarle
la penuria feudal en que oprimido
se encuentra el alcodiano, que escasea
el preciso sustento de sus hijos.
Si me entregas las llaves de esta villa,
si depones el loco desvarío
de proclamar por rey injustamente
a ese aragonés tan fementido;
si a Alamar Mahomad, rey invencible,
mi estimado monarca, dais oídos,
veréis luego lo fino de su pecho,
lo amable, lo leal, lo compasivo.
El, vuestro estado mísero conoce,
él advierte y repara el gran conflicto
en que estáis, ¡miserables alcodianos!I
y es sólo su intención daros alivio.
¡Ahl si supieseis de su amor lo fino,
ni un instante tan sólo os retardarais
en hacerle señor de ese castillo.
El os defenderá de todo riesgo.,
él será vuestro escudo en los peligros,
en las desgracias será vuestro consuelo,
en penas y zozobras el asilo ;
será vuestro tutor en las angustias
y será vuestro amparo en los conflictos.
En él encontraréis no un vil tirano,
sino un conquistador y rey benigno.
No será él un déspota orgulloso,
sí padre cariñoso con sus hijos.
Yo no creo penséis en resistirle,
pues será tal pensar vuestro exterminio.
Son muy pocas y cortas vuestras fuerzas
para hacer resistencia al brazo invicto
de AI-Azraq, su caudillo, que ha aplastado
los héroes valientes y aguerridos
que a su valor quisieron oponerse,
y ya su torpeza lloran vencidos.
Es su poder sin límites ni cotas
y su fuerza avasalla cuanto ha visto.
Véncelo todo con su solo nombre,
tal es el miedo y pasmo que ha infundido,
que en oyendo decir: iAI-Azraq viene!,
se le rinden las plazas y castillos.
Nunca acabar sería si intentase
sus proezas y hazañas referiros.
Ya vista de esto, ¿intentaréis vosotros
sus fuerzas resistir? ¡Ah!, no confío
penséis tan poco cuerdos, pues sería
buscaros la ruina y precipicio.
No os detengáis, y pronto resolveos,
pues conozco que estáis aún indecisos.
Mirad qué respondéis, pues mis soldados
el resultado del mensaje mío
en los montes esperan impacientes,
ansiosos de llegar pronto a este sitio.

CAPITÁN.-He oído tu arrogancia
y me displace tu soberbia vana;
no es valor la jactancia;
en la guerra el que menos habla, gana,
pues la lengua apreciada
en la escuela de Marte es la espada.
Rendidos miramientos
afectas con tus muchas expresiones,
pero es por cumplimiento
sin que pasen a más tus intenciones.
Mucho prometes ahora,
más nada cumplirás llegada la hora.

(Dirigiéndose a su Embajador.)

Embajador, contesta,
aunque no creo merezcan respuesta.

EMBAJADOR CRISTIANO.-Al que te envía di, que pocas veces
el cristiano tuvo la villanía
de entregar los castillos y las plazas,
sorprendido de dichos y amenazas.
Con la espada en la mano,
defendiendo los fueros del monarca,
vertiendo muy ufano
su sangre noble a golpes de la Parca.
rinde el aragonés las fortalezas,
pero no seducido de promesas.

EMBAJADOR MORO.- ¡Ah, deslumbrado! ¿Mi oferta despreciáis?
Sobre vosotros al instante mismo,
va a caer el rigor del rey mi amo;
el crudo golpe del fatal cuchillo
que, con felina rabia, mis soldados
descargarán en el marcial conflicto
sin perdonar edad, sexo ni estado.

EMBAJADOR CRISTIANO.-Basta, moro, no más; obra a tu arbitrio,
que yo he resuelto derramar mi sangre
por Dios, la patria y por el rey que sirvo.

EMBAJADOR MORO.-Pues ya que sordo estás a mis promesas,
ya que te burlas del esfuerzo mío,
ya que no te intimidan mis guerreros,
ya que desprecias los funestos filos
de mi alfanje, que tienen por costumbre
rendir al paso que se ven sus brillos,
llegó ya el lance; el aciago día,
en que, para mi gloria y tu castigo,
bajen los torreones de ese muro,
los altos capiteles y edificios
de esa villa, a besar con vilipendio
mi planta victoriosa, demolidos.
Esa será la gloria de este pueblo,
gloria que no dispenso a los vecinos,
porque en cuanto entre en él, sin quedar uno,
serán todos pasados a cuchillo.
Consumirá el incendio vuestras casas,
devastará vuestros hogares ricos,
todo será pavor, susto y espanto,
desolación, saqueo y exterminio.

EMBAJADOR CRISTIANO.- ¡Ciego, desventurado ismaelita!
Si tú hubieras tenido otros principios,
te diría que en mí obra una fuerza
superior a la tuya, pues confío
en el brazo invencible del Eterno;
tengo el carácter de su Hijo ungido;
llevo en mis triunfadores estandartes
la augusta insignia en que sufrir El quiso
la muerte más atroz e ignominiosa,
derramando el licor, licor divino
de su sangre, y salvar al mundo todo
que gemía esperando, aunque cautivo,
en la horrenda opresión de su pecado.
Con esta insignia quebrantó sus grillos,
rompió con esta insignia sus Cadenas,
fue el reino del infierno destruido,
triunfó de Lucifer. venció a la muerte,
cambió los ayes en alegres himnos.
Pues con la misma insignia en este día,
espero yo triunfar de tu atrevido,
de tu bárbaro e indómito coraje,
con general aplauso y regocijo.
Espero ver tus africanas huestes
alternando con quejas y suspiros
detestar, maldecir la infatuada
empresa de su pérfido caudillo;
espero, en fin, ver a mi pueblo triste,
libre de la penuria de este sitio,
cantar alegres salmos y alabanzas,
al Dios Santo, al Dios fuerte, agradecido,
y adornar los dinteles de sus templos,
con los trofeos que haya conseguido
en la victoria que impaciente espera.

EMBAJADOR MORO.- Sella tu labio y no tan presumido
cuentes por hecho aquello que la suerte
de las armas dará por decidido.
Tu orgullosa arrogancia me ha enseñado....

EMBAJADOR CRISTIANO.-Yo apoyo mi arrogancia en Jesucristo.

EMBAJADOR MORO.-Es un falso profeta.

EMBAJADOR CRISTIANO.- ¡Ah blasfemo!
Teme los rayos, teme los castigos
de su poder invicto e insuperable.
El tornará en venganza de sus hijos,
sembrará el terror, el susto y desorden
sobre tus huestes...

EMBAJADOR MORO.- ¡Ah soldados míos!
¡Al arma, al arma! y sientan los cristianos
el cruel estrago, los agudos filos
de vuestras impertérritas cuchillas.
¡Viva Al-Azraq! Tomemos el castillo.

EMBAJADOR CRISTIANO.- ¡Alcodianos! Por San Jorge y Aragón
defendamos la fe de Jesucristo.

Embajada Cristiana

(El Embajador cristiano, a la vista del castillo, exclama):

Mon cor pels sofriments tan combatut,
torturat de tristesa i desengany;
l'angoixa i el dolor del bé perdut
mostrar em fan als ulls el més trist plany.
La desgràcia ferix el meu afany
i em causa horror el vore'm caïgut,
i és tan forta la veu del meu lament,
que de dol s'encapota tot el vent.
A la vora del Serpis, riu tranquil
que Alcoi, ma patria, generosament banya,
i amb la seua corrent bella i gentil
que matissa de verd vall i muntanya,
pensatiu l'alcoià plora febril
del funest desconsol sa pena estranya,
i mil llàgrimes tristes ha vessat
en vore's del seu poble desterrat.
L'angúnía amb que hui plora l'alcoià
en contemplar sa pàtria, dolça amada,
en poder del cruel mahometa;
la mítja lluna ufana i exaltada,
posseint els seus bens tan inhumà;
la llei de Jesucrlst aruïnada,
victoriós l'Alcorà i la secta mora,
és dolor que fasfíxia í el devora,
¿Permitíreu, oh Déu i Sobirà;
quede Senyor d' Alcoi el moro altiu,
derrotat vostre fill que és bon cristià
í de l'ara el mínístre fugitiu?
No així, ¡oh gran Déu!, estel de l'alcoíà,
Pare clement, pietós i compassiu;
feu que cobren de nou els seus fogars
i tome el culte a Crist en els altars.
Vostre temple Senyor, s'ha profanat
amb la falsa creença de Mahoma:
el moro sacrílegis forjat
í la creu al seu pas trista es desploma.
No puc vore ja tanta malvestat
on l'himne ressonava i, ple d'aroma,
perfumava les ares de Maria
i les vostres, gran Déu, amb alegria.
¡No permitiu, Senyor, que més s'allargue
esta opressió del moro sense llei,
i que la força als alcoíans embargue
de mals que no tendríen ja remei!
¡No permitiu, Senyor que ara ens amargue
el tedi i l'abandó en este servei!
Feu-nos vèncer la musulmana escòria
i assolirem el llor de la victòria.
Vostre poder diví, incommensurable,
que al Mar Roig a milers enfonsà un dia,
aquell quin poderiu incontrastable
pot fer pols l'atrevida gosadia.
¡Vine en nostra defensa,oh Déu amable!
¡Nostra ferma esperança en Vós confia!
¡Sigau escut i espasa en esta guerra,
la mitja lluna enderroqueu per terra!

¡Protegiu-nos, sagrada Verge Pura!
Doneu alé a ma gent intimidada,
perquè va sa constancia poc segura
amb les despulles de sa pàtria amada.
Ha aumentat de les penes l'amargura
a on la voluntat, desanimada,
força al greu fastic, fa por pels rigors,
temença al dany i odi a les clamors.

!Envieu-nos, Senyor, a Jordi amat,
nostre insigne Patró, flama sagrada,
i que ens done en la lluita el bon costat¡
Quede a les seues plantes espoliada
la mitja lluna, quede arrulnat
el perfid Alcorà, secta malvada,
i veja's ralcoia lliure i en pau
de l'enemic que vol tornar-lo esclau.

(Acercándose al Castillo, continúa):
! Ah del Castillo ¡ ! Ah del fuerte !

CENTINELA.- ¿Quién vive?

EMBAJADOR CRISTIANO.- Valencia, mi patria.

CENTINELA.- ¿Y qué pretendes, cristiano?

EMBAJADOR CRISTIANO.-Vengo a dar una embajada
al jefe de ese Castillo;
avísale, di que salga.

CENTINELA.-¿Aún insistís, infelices,
con importunas demandas?
¿Aún no estáis desengañados?
¿Aún queréis pruebas más claras,
testimonios más patentes
del poder de nuestras armas?
Confesaos inferiores,
humillad vuestra arrogancia,
deponed vuestra soberbia,
cese ya vuestra jactancia ;
buscad otro domicilio,
que en Alcoy ya no hay entrada,
pues necios la despreciasteis
cuando con paz se os brindaba.
Vuestra inútil resistencia
ha sido el fomes y causa
de que ahora sólo halláis
en Alcoy puertas cerradas.

EMBAJADOR CRISTIANO.-No es tu misión, centinela,
más que el pasar la palabra;
cumple con tu obligación
para atender mi embajada ;
mi demanda observa bien,
porque si no, a voces altas
yo mismo le llamaré.
¿Qué respondes, di? ¿Qué aguardas?

(Salen el Capitán, Alférez, Embajador Moro y séquito.)

CAPITÁN MORO.-No te impacientes, cristiano,
y mira que la desgracia
va en pos de todos vosotros.
No es tiempo ya de esa insana,
infatuada altivez;
sí de venerar las altas,
vencedoras Medias Lunas
y banderas musulmanas.´

EMBAJADOR CRISTIANO.-Es verdad, pero al vencido
nunca, señor, se le trata
ni menos se le recibe
con tal desprecio. Mi patria
trata a los embajadores
como a personas sagradas
y como a tales les mira.
No un centinela el monarca
es quien les recibe afable,
les venera y agasaja.
A más de esto, mi impaciencia
procedía y dimanaba
del deseo que tenía
de ponerme a vuestras plantas
y cumplir mi comisión.

CAPITÁN MORO.- Dila, pues, pronto.

EMBAJADOR CRISTIANO.- Escuchadla.
Alcaide insigne, grande y valeroso,
cuyas proezas y heroicas hazañas
preconiza y publica por el orbe
el sonoro clarín de inmortal fama.
Oye atento, señor, para bien vuestro,
mi comisión, mi encargo, mi embajada.
Digresiones e hipérboles fingidas,
adulaciones y lisonjas vanas
excusaré en un todo, pues empleo,
cual buen aragonés, pocas palabras.
Mas si acaso lo vivo de mi genio,
agregado al dolor que me acompaña,
me hiciere prorrumpir en expresiones
desatentas y poco moderadas,
desde ahora, para entonces, os suplico,
que procuréis, señor, disimularlas.
Esta villa que estáis ahora ocupando
es mi madre, señor, pues es mi patria;
y al mirarla en poder de ajenos dueños,
de tristeza y dolor se oprime mi alma.
De mis padres y abuelos es sepulcro,
pues sus huesos en paz aquí descansan;
esta memoria triste roe devora
con dolor indecible las entrañas.
¿Y juzgaréis poder desentenderme
con criminal olvido de esta causa?
De una parte, el amor que la profeso;
de otra, el derecho a ella, me coartan
a defenderla a costa de mi sangre,
y a costa de mi vida, a rescatarla.
Lo mismo que yo digo dicen todos
mis hermanos y amados camaradas;
ellos desean lo que yo deseo,
que es el ver nuestra patria restaurada,
y todas sus familias restituidas
a sus propios hogares, a sus casas.
Esto, sumiso, os pide el alcodiano,
sólo a esto se reduce mi demanda;
en paz dejadnos; ésta es nuestra tierra,
nuestra cuna feliz, nuestra morada.
Marchad a vuestro suelo originario,
que el derecho de gentes ya declara
que cada cual habite aquella tierra
que del Cielo heredó. Esa infundada
ambición y codicia que os domina
en querer sojuzgar la tierra hispana,
soy de sentir y creo no equivocarme,
que os tienen que costar sobrado caras.
Mis amados patricios, impacientes,
de mi mensaje la respuesta aguardan,
y en caso de no hacer lo que yo os pido,
un terrible escarmiento se os prepara.
¿Visteis acaso un río caudaloso,
cuyas corrientes las detiene y para
un fuerte malecón y, apenas éste
es roto por la fuerza de las aguas,
su curso detenido con violencia
e indecible furor por donde pasa
todo lo arrolla, destruye y aniquila,
y tras sí con rigor todo lo arrastra?
De esta suerte vendrán sobre vosotros
los alcodianos con fiereza tanta,
que seréis de su ira vil trofeo,
mísero estrago de su furia y saña.
Esto os prevengo para que, prudentes,
procuréis precaver vuestra desgracia.
De nuestra parte está el Omnipotente,
Aquél cuyo poder nadie contrasta;
vuestra injusticia la conoce y mira
y es preciso defienda nuestra causa.
El enviará al Walí triunfante,
ya me entendéis, a Jorge, cuya espada
con fuerza irresistible y formidable
cortará, cual segur, moras gargantas.
No os preciéis de invencibles, pues ya visteis
al Walí en Huesca, en la feroz batalla
de Alcoraz; en la toma de Mallorca;
en Valencia, de nuevo hecha cristiana
tras la acción del Puig de Santa María
y en la gloriosa batalla de Alfama,
donde os derrotó en fuga vergonzosa.
¿En qué fundáis, decid, la confianza?
¿Qué será de vosotros con tal Jefe,
si los alcoyanos en unida alianza
esfuerzan su coraje y arremeten
al asalto con leonina rabia?
¿Qué caudillos os quedan sarracenos?
Fenecida ya está la noble casta
de Almanzor, de Yusuf, de Abderramán,
héroes de la furia musulmana.
No blasones con Al-Azraq, Zulema,
Abrahim, Alabés, Reduán y Alba;
os han de ser de muy poco remedio,
pues son mezquinos de poder y alma.
Si los anales de la historia antigua
con reflexión leyerais y estudiarais,
sabríais las victorias conseguidas
en nuestra Reconquista, iluminada
por un poder celeste en el combate
venciendo a toda fuerza mahometana.
En la cueva triunfal de Covadonga
una hueste asturiana muy escasa
os venció, destrozó y os puso en fuga
a pesar de ser pocos en batalla,
pues por cada cristiano en dicha guerra
cien moros por lo menos se contaban.
El poder del gran Dios allí se vio
y quedó por los nuestros la cruzada.
Pelayo en Covadonga y en Asturias,
Alfonso en tierras de León, hollaban
vuestro furor; también Fernán González
os venció en la llanura castellana ;
Sancho el Mayor opuso a vuestro embate
su poder en el suelo de Navarra;
Wifredo y Ramón Berenguer rompieron
vuestro ataque a la tierra catalana,
y en Aragón, Ramiro os venció a todos
juntando con la Cruz su noble espada.
El héroe burgalés, el Cid insigne,
¿cuántas banderas holló mahometanas?
¡ Todos fueron vuestra ruina y azote !
Y, sobre todos, el que Dios depara
en nuestros días para ser, sin duda,
feliz restaurador de un Reino en marcha,
el inmortal, invicto Rey Don Jaime,
feliz aragonés de excelsa fama,
cuyos triunfos igualan por entero
el número que ha dado de batallas.
Treinta y nueve hasta el día son sus triunfos,
el Gran Conquistador todos le llaman ;
temedle, pues, temedle, musulmanes,
que apenas sepa que esta villa se halla
en vuestro poderío, cual saeta
vendrá a este campo a consumar venganza.
¡ Pero qué es lo que digo yo, cobarde !
Antes que sepa nueva tan infausta
vengaremos nosotros el agravio;
que el marcial alcodiano aún se halla
con valor, con esfuerzo y ardimiento
para eclipsar las lunas mahometanas.
Gustoso verterá su noble sangre
por su Dios, por su rey y por su patria.
Resueltos a ello están; esto supuesto,
mirad qué respondéis a mi demanda.
Si acaso resolvéis aquí quedaros,
la ruina y la muerte se os prepara;
mas si queréis, pensando con cordura,
volvemos a entregar la villa y plaza,
os saldréis sin lesión; y en fe de ello
desde ahora os empeño mi palabra.
Mirad qué respondéis, pues impacientes
mis compatriotas la respuesta aguardan.

CAPITÁN MORO.-Si no te indemnizare
de embajador el nombre, te aseguro
que puede que llegare
mi cólera y furor a tanto apuro,
que en mis fuertes y membrudos brazos
te hiciere, aragonés, cien mil pedazos.
Responde a la embajada (dirigiéndose a su embajador),
di a esa mísera gente .
que la espero cuanto antes,
pues parécenme siglos los instantes.

EMBAJADOR MORO.- Os hacen muy poca fuerza
vuestra ruina y desgracia.
¡ Aún os mostráis altaneros,
con despreciable arrogancia !
No merecía respuesta
tu embajada temeraria,
mas ve y dile al que te envía
que aquí Al-Azraq aguarda.
Di a Pelayo que resurja,
dile al gran Cid que renazca,
invoca a Fernán González
y a los demás que decantas,
que se unan a ese rey
aragonés de alta fama.
Vengan con todas sus huestes
y sus victoriosas armas,
que de escabel servirán
a las invencibles plantas
del gran Mahomat que es terror
de vuestra vencida patria.
Si Don Jaime sus victorias
numera por sus batallas,
según ufano nos dices,
puede que sea llegada
la hora en que ha de empezar
sólo a enumerar desgracias.
Van a fenecer sus dichas
y una terrible mudanza
conocerá cuanto antes,
que ese orgullo, esa arrogancia,
esa insufrible altivez,
esa molesta y pesada
vanagloria, Al-Azraq
es el que tiene que ajarla.
Si nosotros le buscamos,
¡ tú con él nos amenazas !
Nuestro gran gusto sería
que ahora mismo se avistara
por la cumbre de esos montes
y a estos valles bajara
a vindicar, como dices,
vuestra vejación e infamia,
para que vieses, cristiano,
su altivez pronto humillada.
No arguyas sobre el derecho
de posesión de tu patria;
es quimérica disputa
e invención sólo soñada.
Si vosotros despreciasteis
las ofertas tan honradas
con que se os brindó, id ahora
a llorar vuestra desgracia
a otro sitio, que en Alcoy
no hay cabida, no hay entrada.
Si con armas pretendéis
desalojarnos, ¡ qué infaustas
desgracias se os esperan
y sin remedio os aguardan !
Cristiano, piénsalo bien,
di a tu gente que se vaya,
que busque amparo y retiro
en las cuevas o montañas;
que viva en paz algún tiempo
si es que la vida le agrada;
mas si acaso, aborrecido,
la muerte gustoso abraza,
di que venga, que en el sable
mahometano ha de hallarla.

EMBAJADOR CRISTIANO.- Vengaremos nuestra injuria
y si acaso en la campaña
morimos, será con honra,
que el honor es lo que abraza
en toda acción el cristiano,
no ambición desordenada,
como domina a vosotros.

EMBAJADOR MORO.- Modera locas palabras,
refrena tus locos dichos,
que tu libertad se pasa
a ser una desvergüenza
muy punible y temeraria.

EMBAJADOR CRISTIANO.-¿Desvergüenza es la verdad?
De esa suerte, moro, hablas
porque el muro te defiende,
yo vengaré tu arrogancia.
¿De desvergonzado y loco
me vilipendias y tratas?
¿Necios, dices, son mis dichos
porque vindico mi fama?
¡ Hablas con tal libertad
porque el castillo te ampara!

EMBAJADOR MORO.-También en medio del campo,
con la lengua de la espada
hablaré cuando tú gustes.

EMBAJADOR CRISTIANO.-Pronto será.

EMBAJADOR MORO.- ¡ Ea ! Marcha.
y ven luego, que te espero.

EMBAJADOR CRISTIANO.-Vendré a humillar tu arrogancia.

EMBAJADOR MORO.-Vendrás a exaltar mi honor.

EMBAJADOR CRISTIANO.-Vendré a vindicar mi fama.

EMBAJADOR MORO.-Vendrás a ser el tapiz
de las huestes mahometanas.

EMBAJADOR CRISTIANO.-Aborrezco tanto orgullo..

EMBAJADOR MORO.-Me fastidian tus palabras.

EMBAJADOR CRISTIANO.-Callemos y en la ocasión
hablen sólo las espadas.

EMBAJADOR MORO.-Di a los tuyos: ¡guerra, guerra!

EMBAJADOR CRISTIANO.-Di a los tuyos: ¡armas, armas!.

Durante cada embajada y su anterior estafeta se crea una estancia de guerra con arcabuces y trabucos de cada filà, dejando a la guerra de la tarde proclamada por los cristianos finalizada ganando los cristianos con la aparicion de Sant Jordi en lo alto del castillo.

En la embajada mora y la siguiente guerra queda Alcoy siendo una ciudad mora durante unas horas (al mediodia). En lo alto del castillo se cambia la bandera cristiana blanca y con la cruz roja por una bandera verda con la media luna.

Aqui quedan finalizadas las fiestas de moros y cristianos mas antiguas, fechadas del siglo XVIII pero dando conocerse en el año 1839 con la creacion de la Asociación de San Jorge ya que se empieza a archivar todo.

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